viernes, 4 de octubre de 2013

Benavente

Este viaje lo hice en primavera. El campo estaba preciso.Había una sinfonía de colores verde, rojo, amarillo...
Primavera en Castilla
 Pero he de confesar que soy una enamorada de CASTILLA y me gusta en cualquier época del año.

Benavente se alza sobre un altozano próximo a los ríos Esla y Órbigo. Se encuentra en la Vía de la Plata, en la provincia de Zamora. Tiene mucha historia: fue un asentamiento celta y enclave romano. El infante Pelayo la rescató del dominio musulmán, pero las tropas de Almanzor la arrasaron. Con Fernando II inició una época de esplendor. Después de una etapa de decadencia, en el año 1398 pasa a la familia de los Pimentel, de origen portugués, que figuró entre las más importantes de la nobleza española. Sufrió los efectos de la Guerra de la Independencia.

Llegamos a Benavente y fuimos directos al Parador Nacional Fernando II, donde nos hospedamos.
Entrada al Parador

Del impresionante castillo-fortaleza del siglo XII, solo se conserva el Torreón del Caracol, que mezcla gótico y renacimiento. En 1972, el Torreón y dos alas de nueva construcción se convierten en el Parador.
Torre del Caracol y Parador de Turismo
Benavente cuenta con importantes monumentos. La Iglesia de Santa María del Azogue, del siglo XII, se sitúa en el centro de la Villa. Los más original está en el equilibrado juego de volúmenes que ofrecen los cinco ábsides románicos.
Santa María del Azogue
San Juan del Mercado se encuentra al lado de la Plaza Mayor. Del siglo XII, fue dominio de los Caballeros de San Juan. En ella destaca su portada meridional, con el tema de la Adoración de los Magos.
San Juan del Mercado
Otros monumentos son el renacentista Hospital de la Piedad o la Iglesia del Convento de San Andrés, del siglo XIII.

Desde Benavente

Benavente es un buen lugar desde el que hacer excursiones por la provincia de Zamora. A unos 28 kilómetros, por la C-525, se encuentra la Iglesia románica de Santa Marta de Tera, una verdadera joya. La portada principal, al sur, está compuesta por tres arquivoltas de medio punto, apoyadas las dos exteriores sobre columnas con vistosos capiteles. La flanquean dos magníficas estatuas que representan a Santiago el Mayor y, probablemente, a San Pedro.
Santiago el Mayor, en la iglesia de Santa Marta de Tera
De gran expresividad son, asimismo, los capiteles del  interior. Llama especialmente la atención aquel del interior en que una santa desnuda es ayudada por dos ángeles.
Capitel, en Santa Marta de Tera
Cerca de Santa Marta está Mombuey, donde destaca su iglesia parroquial, que muestra una original torre románica, abierta por tres cuerpos de ventanales y rematada por un capitel convexo. La torre es del siglo XIII y se le suponen orígenes templarios, aunque el resto de la iglesia es del siglo XVIII.
Mombuey
Por último, fuimos a Tábara, para visitar su iglesia de la Asunción, un templo de origen románico, reconstruido en el siglo XVIII. Destaca su torre, que fue un centro de iluminación de manuscritos durante la Edad Media. De allí salieron algunos de los mejores Beatos realizados en la Península.
Tábara
 
Beato de Tábara, del s. X
Como además del espíritu, hay que alimentar el cuerpo, no debemos dejar de probar la cocina zamorana, como el arroz a la zamorana, el bacalao a la tranca, la trucha a la sanabresa o la tarta del Císter.

Arroz a la Zamorana
Arroz a la Zamorana
Ingredientes:
- 320 gr. de arroz
- 1/2 morro de cerdo
- 80 gr. de picadillo de chorizo
- 80 gr. de jamón
- dos hojas de laurel
- aceite de oliva
- dos dientes de ajo
- tres litros de agua

Preparación
Limpiar bien el morro y la oreja y cortar en trozos pequeños. Se corta el jamón a daditos. Se cuece el morro y la oreja en una cazuela con abundante agua, un poco de aceite y un pellizco de orégano, a fuego suave hasta que estén tiernos. Se rehoga el jamón y el picadillo en una cazuela con un chorro de aceite hasta que se doren. Echar el arroz y el pimentón, rehogar un minuto, añadir la oreja y el morro junto con el caldo en que se han cocido. Dejar cocer tras la ebullición unos 18 minutos, ajustando de sal y añadiendo caldo caliente si fuera necesario, hasta que el arroz esté hecho.

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